Como de costumbre necesitamos poca charla para iniciar la siesta a bordo del autobús, pero por si alguien se resistía ahí estaba nuestra guía para enseñarnos el camino de los brazos de Morfeo. La verdad es que fue un largo día de autobús pero entre las cabezaditas, las paradas técnicas y las charlas de geografía, historia, economía, religión y política que se oían en el autobús el tiempo pasó volando. En cuanto a la comida creo recordar que también fue flojita ese día.
Al llegar a Estambul teníamos el problema de cruzar el Bósforo por los colapsados puentes sobre el Bósforo. Según nos indicó la guía el tráfico en Estambul en hora punta es caótico y puede acabar con la paciencia de cualquier conductor por tranquilo que sea.
No obstante lo dicho conseguimos llegar a nuestro hotel a tiempo para poder salir a cenar ya que el viaje no incluía la cena. La cena fue excelente ya que comimos pescado fresco en los restaurantes de la orilla del Bósforo.
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